POR PIERNAS
Soy mujer, heterosexual y, que yo recuerde, jamás he sentido atracción sexual por ninguna otra congénere, lo cual no me impide reconocer la belleza en otras féminas. Es como contemplar una obra de arte sin sentir deseos de poseerla. Pero siempre ha sido un tabú entre los hombres el reconocimiento de la belleza en otros varones: pues no, señores, reconocer la belleza o el atractivo de otra persona no implica deseo sexual. Y la homosexualidad no tiene por qué ser denostada y ocultada.
A ver quién es el guapo que no sabe apreciar la belleza de estas piernas femeninas. Cochina envidia es lo que yo siento al verlas...
5 Comments:
Habrá de todo, supongo, pero la mayoría de los que yo conozco darían como respuesta ante una pregunta sobre la belleza o el atractivo de otro hombre: "Yo de hombres no entiendo"
Mi marido, que está perdiendo el pelo, tarda en peinarse mucho más que yo.
La homosexualidad siempre estuvo socialmente peor vista entre hombres que entre mujeres. Es más, la homosexualidad femenina atrae mucho a los hombre. Tal vez sea esa la razón de que los hombres no hagamos públicos nuestros pareceres acerca de otros hombres (porque los tenemos). Y al final hacemos lo mismo que las mujeres, nos queremos parecer a aquellos que creemos atractivos. Si es que no se necesitan palabras, mira a quien trata de parecerse tu marido o pareja y sabras que tipo de hombre admira.
Sí, entre los hombres heterosexuales está peor vista la homosexualidad que entre las mujeres heterosexuales; nosotras siempre hemos tenido en ese sentido más amplitud de criterio. Y también creo verdad que cuando admiramos la belleza de alguien de nuestro mismo sexo, tanto varones como féminas, a esa admiración siempre acompaña un puntito de envidia.
De todos modos, la homosexualidad ha sido considerada de muy diversas maneras según las distintas civilizaciones o culturas. Por ejemplo, en el mundo griego clásico, el amor más sublime era el que se daba entre hombres, la homosexualidad masculina era lo más. El amor entre hombre y mujer (en toda su extensión) ocupaba el segundo lugar en su escala de valoración. Y la homosexualidad femenina era absolutamente denostada.
En este punto creo que debo precisar una cosa: todos hacemos alarde inadvertidamente de nuestra condición sexual, pero si lo hace un homosexual, gay o lesbiana, entonces, automáticamente se piensa que el alarde es consciente.
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