¿Y yo sobre qué escribo ahora?
Pues nada, escribir por escribir; al fin y al cabo no es una práctica tan infrecuente. Ahora todo el mundo escribe, aunque sólo sea el nombre de la firma, y encima lo publican, ¡jódete! ¡Ay, ay, ay! ¡Que yo quiero ser famosa! Ventajas múltiples: escribe el negro, con lo cual no tengo que molestarme en elaborar una historia coherente y desarrollar unos personajes (si se trata de una narración, claro) ni en estructurar unas ideas y decidir un planteamiento (véase, temas de hoy), yo me limito a prestar mi nombre y mi imagen y, por supuesto, a llevarme los beneficios económicos. Si encima el libro es bueno, quedo como una reina, como un nuevo crack de la literatura. Lo dicho, el camino más corto para pasar por escritor es ser famoso.
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